9 Sept 2011

Hay que explicarlo todo, que luego no se entiende...

Lo que la mayoría de sirios desean en estos momentos es la protección internacional. Esto es, que las diversas naciones civilizadas, defensoras de los derechos humanos, tomen postura clara y tajante frente a la sinrazón de la violencia ejercida por el régimen sirio contra sus ciudadanos. Esta postura tiene que manifestarse de diversas formas, mediante seria y real presión diplomática (no nos vale el "donde dije digo digo Diego" de siempre, el retractarse, el cambiar de postura cambiando las palabras, etc.). También es absolutamente necesario el envío de observadores internacionales de probada honradez y honestidad, personas de valía reconocida en todos los ámbitos políticos y sociales, que se encarguen de visitar el país, especialmente las zonas más castigadas. Y por último, llega la cuestión más peliaguda, la de las fuerzas armadas.

En Siria no debe repetirse lo ocurrido en Libia, donde la OTAN tomó la iniciativa de "defender" Libia atacando objetivos según su propio criterio, sin tener como base resoluciones de la ONU, simplemente pensando en el futuro reparto de la gran tarta de los hidrocarburos libios y otras delicatessen.

La ONU tiene reconocida como su fuerza de paz, en misiones humanitarias de protección de la población civil, de árbitro para lograr equilibrio de fuerzas, a los llamados Cascos Azules. Estos soldados son los que se deberían encargar, si falla todo lo anterior, de desplegarse en Siria y proteger a la población civil.

Nunca, repito, nunca, debería darse entrada a la OTAN, visto el desastre que ha supuesto en Libia. No han conseguido proteger a la población civil, al contrario, en Tripoli han sido duramente castigados simplemente por estar en la ciudad incorrecta en el peor de los momentos. Tampoco han ayudado a reducir la duración de la guerra entre los leales a Ghaddafi y los luchadores por la libertad. Y ni siquiera han conseguido, ellos, con sus poderosas armas y artilugios técnicos de última generación, encontrar a Ghadaffi y detenerlo vivo para entregarlo al pueblo libio y someterlo a juicio.

La OTAN no debería ser nunca una opción para Siria. Y pedir su entrada sería hacer el juego a gente como AbdelHalim Haddam, el ex-vicepresidente sirio, ahora en el exilio. El y otros como él lo están pidiendo a gritos, intentando hacerse los buenos ahora, buscando un hueco en el futuro político de Siria, cuando en realidad son los mismos perros del régimen pero con diferentes collares. Nunca han tenido nada de demócratas, y no pueden engañarnos.

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